CESACIONISMO
El cesacionismo es un concepto arraigado en los cimientos de la teología reformada, que se alza como una doctrina de fundamental importancia para el pueblo de Dios que cree en la sola scriptura. Partiendo de la premisa de que los dones extraordinarios manifestados en la iglesia primitiva han cesado, el argumento se cimienta en la conclusión de que tales dones ya no son necesarios, puesto que el canon bíblico ha sido sellado. No obstante, es imperativo aclarar que, en la vasta variedad de corrientes denominacionales, el cesacionismo se manifiesta de diversas formas. Se puede citar, a manera de ejemplo, el dispensacionalismo y el fundamentalismo, los cuales encuentran su arraigo en esta perspectiva doctrinal. Pero, en el presente escrito, nos abocaremos a examinar esta temática desde la perspectiva teológica histórica y reformada.
Para una comprensión exhaustiva, resulta primordial escuchar la voz de aquellos grandes teólogos del pasado que han moldeado la doctrina reformada y el contenido de las confesiones de fe. A lo largo de los siglos, distintos pensadores han dejado sus reflexiones y postulados sobre el cesacionismo, los cuales resultan relevantes en una era marcada por nuevas revelaciones carismáticas, tales como falsos milagros, lenguas extrañas y nuevas profecías.
Conscientes de que la fe se basa en la sólida verdad divina de las Escrituras, es necesario reafirmar los límites y fronteras del cesacionismo reformado, como si repintáramos las líneas desgastadas de una carretera por el paso del tiempo. Este escrito busca establecer ciertos límites ante el moderno «continuismo reformado», una propuesta teológica que pretende ser aceptada, pero carece de cabida en la verdadera posición reformada, y de recuperar la postura histórica correcta.
I. Fundamento bíblico del cesacionismo
En el centro del cesacionismo yace el sólido fundamento teológico de la suficiencia de las Escrituras, que considera la revelación divina contenida en la Biblia como una regla de fe a la cual no se le puede añadir ni quitar. Por esta razón, a menudo se refiere a la Biblia como el «canon». El término «canon» proviene del griego clásico "kanṓn" (κανών), derivado del término hebreo "qaneh" (קָנֶה), que significa «caña» o «vara de medir». Originalmente, el término se utilizaba para referirse a una vara o regla utilizada para medir o establecer estándares en la agrimensura y la construcción. El cesacionismo enfatiza la idea de un «canon cerrado» de la Biblia, lo que implica que ninguna revelación puede ser agregada a lo que ya está. Principalmente, se centra en la cesación del don de profecía en el sentido de aportar nuevas revelaciones del Espíritu Santo normativas para la iglesia. «Toda inspiración del Espíritu Santo terminó una vez que las escrituras del NT quedaron terminadas y su canon fue establecido». En la majestuosidad de las Escrituras, hallamos una guía inerrante y completa para nuestra vida espiritual, dejando atrás la necesidad de revelaciones posteriores que podrían extraviarnos de la verdad eterna. También incluye, aparte de la cesación de profecías, lo que se refiere a los dones extraordinarios de sanidades y lenguas.
Textos claves
Este pasaje nos transporta a un momento crucial en la historia de la iglesia primitiva, donde se nos revela la importancia de los dones carismáticos en la conformación de la revelación bíblica. El autor de hebreos muestra como la revelación, «anunciada primero por el Señor y confirmada por aquellos que la oyeron», fue respaldada por señales, prodigios y diversos milagros realizados mediante dones del Espíritu Santo, especialmente en los apóstoles. En aquel tiempo, estos dones extraordinarios cumplían una misión singular y necesaria: autentificar la palabra proclamada y respaldar la validez del mensaje del evangelio. Dios dejó en claro que la Palabra predicada era genuina y provenía de Él por media de esta «señales que seguirían a los que creyeren» (Marcos 16:17). Se sobreentiende que los dones carismáticos no fueron otorgados con el propósito de perdurar indefinidamente, su función, dentro del marco de la revelación bíblica, fue temporal y se limitaba a la época apostólica. El fundamento de una casa, una vez colocado sólidamente, no requiere ser vuelto a poner. De manera similar, el fundamento apostólico y profético establecido en la iglesia primitiva, como se menciona en Efesios 2:20, no necesita ser reemplazado ni complementado con «nuevas revelaciones».
2. 1 Corintios 13:8-10
Aquí, el apóstol Pablo nos habla sobre el inmenso valor del amor en contraste con los dones carismáticos. Él declara que el amor nunca falla, pero que los dones de profecía, lenguas y conocimiento desaparecerían, afirmando que estos dones serían superados por «por lo perfecto». Qué es lo que se quiere decir con «lo perfecto» es la clave de interpretación del versículo. Algunos en la actualidad dicen que «lo perfecto» refiere a la vida venidera, pero no condice con el contexto. Los antiguos teólogos de la Reforma opinaban que «lo perfecto» se refería al canon del Nuevo Testamento. Por otro lado, no hay evidencias de «profecías y lenguas» posterior a la muerte de los apóstoles: «Un investigador de los “Padres Post-apostólicos” (los líderes de las iglesias en los primeros 300 años de la Iglesia) dijo: -Es significativo que en ninguna parte se haga alusión a las lenguas, o se dé algún indicio de las mismas y ni siquiera se encuentren en ninguno de los escritos de los Padres Post-apostólicos.»
3. 2 Timoteo 3:16-17
El texto afirma que toda Escritura es inspirada por Dios y enumera las utilidades que proporciona para que el siervo de Dios esté completo y preparado para toda buena obra. Se considera que la totalidad de las Escrituras es suficiente como guía para el crecimiento y la edificación de la iglesia. Si hubiera continuas revelaciones en la iglesia para moldear la vida cristiana, ¿cuál sería la importancia de enfatizar la Palabra? Sin duda, el contexto se refiere al Antiguo Testamento. ¿Por qué habría de ser diferente con el Nuevo Testamento una vez que se completara su canon? Se entiende que «toda Escritura» para nosotros significa ni más ni menos que «toda la Biblia» (y solo la Biblia).
Personajes y documentos históricos a favor del cesacionismo
A. Agustín de Hipona
Las opiniones y posturas de los padres de la Iglesia durante los primeros siglos sobre el tema de los dones espirituales, son en gran medida indeterminadas y ambiguas. La falta de documentación clara y explícita hace que su perspectiva sobre esta cuestión sea difícil de discernir con precisión. Sin embargo, a medida que avanzamos en el tiempo y llegamos al siglo IV, las tendencias y corrientes de pensamiento se vuelven más claras y distinguibles.. Agustín de Hipona fue el teólogo por execelencia del siglo IV, cuyos trabajos fundamentaron el pensamiento cristiano occidental, alude al hecho de Pentecostés donde los creyentes hablaron en lenguas desconocidas, interpretándolo como un adelanto de lo que sería la expansión global del evangelio. Resctamos esta cita de Agustín de Hipona: «En los tiempos más antiguos, el Espíritu Santo descendió sobre los que creyeron y hablaron en lenguas, que no habían aprendido, según el Espíritu les daba que hablasen. Estas fueron señales adaptadas para ese tiempo. Porque había esta proclamación del Espíritu Santo en todas las lenguas [idiomas] para mostrar que el evangelio de Dios iba a ser comunicado a través de todas las lenguas sobre toda la tierra. Esto se hizo por señal y terminó». El texto sugiere que la diversidad de idiomas no fue un obstáculo para la comunicación de la palabra de Dios, sino un medio, y que por un tiempo las los dones de lenguas e interpretación fueron útiles, pero este fenómeno como una señal que cumplió su propósito y ya no es necesaria. A lo largo de los siglos, podemos observar cómo los misioneros se enfrentan al desafiante trabajo de aprender la gramática y las particularidades del idioma de una determinada etnia o pueblo con el fin de predicar o traducir la Biblia.
B) Juan Calvino
Juan Calvino fue uno de los líderes más influyentes de la Reforma Protestante en el siglo XVI. Nacido en 1509 y fallecido en 1564, Calvino fue ampliamente reconocido por su papel en el desarrollo de la teología reformada. Su obra más conocida, "La Institución de la Religión Cristiana", establece su interpretación de la fe cristiana y proporciona una visión completa de su teología. Un aspecto notable de la teología de Calvino es su postura sobre los dones espirituales, particularmente los milagros y la sanación. De acuerdo con Calvino, estos dones espirituales cesaron en su tiempo. Su argumentación se basa en la idea de que estos dones extraordinarios se otorgaron durante la época apostólica para autenticar y dar credibilidad al mensaje del evangelio, que en ese momento era nuevo. Una vez que el evangelio fue establecido y la iglesia cristiana se consolidó, estos dones milagrosos, según Calvino, ya no eran necesarios. El siguiente extracto de su obra "La Institución de la Religión Cristiana" proporciona un sesgo de su postura: "«Al presente ha cesado aquella gracia de sanar enfermos, como también los demás milagros que el Señor quiso prolongar durante algún tiempo para hacer la predicación del evangelio—que entonces era nueva—admirable para siempre. Así, pues, aun cuando admitamos que aquella unción [en aceite para sanidad] fue sacramento de las virtudes que por mano de los apóstoles entonces se dispensaban, nada nos queda a nosotros al presente, ya que no nos es concedida la administración de las virtudes»
C) Las principales confesiones de fe del siglo XVII
El capítulo 1, inciso 1 de la 2da Confesión de Fe de Londres de 1689 , respecto a las Santas Escrituras, dice lo siguiente: «le agradó (a Dios) poner por escrito esa revelación en su totalidad; lo cual hace que las Santas Escrituras sean sumamente necesarias, habiendo cesado ya aquellas maneras anteriores por las cuales Dios reveló Su voluntad a Su pueblo». (Énfasis añadido). Al referirse a las "formas anteriores", la Confesión señala el don de la profecía como una revelación que ahora ya no es necesaria, puesto que tenemos las Escrituras como algo definitivo. Similarmente, la Confesión de Fe de Westminster menciona: «las Santas Escrituras son muy necesarias, y tanto más cuanto que han cesado ya los modos anteriores por los cuales Dios reveló su voluntad a su Iglesia». Ambas confesiones afirman que la Biblia es considerada como la única fuente autoritativa y definitiva para la revelación de la voluntad de Dios para su Iglesia.
D) John Owen
John Owen (1616-1683) fue el destacado teólogo puritano inglés, conocido por sus profundos tratados sobre soteriología. Owen estableció una posición firme y clara con respecto a las revelaciones privadas, diciendo: "Si las revelaciones privadas concuerdan con la Escritura, no son necesarias, y si no concuerdan, entonces son falsas". Esta declaración destaca la ironía sutil, pero penetrante de Owen, especialmente cuando enfatiza: "si las revelaciones privadas concuerdan con la Escritura". En su tiempo, probablemente habría personas que trataban de justificar su posición continuista argumentando de la siguiente manera: ¿Y si nuestras profecías, sueños o visiones no contradicen ni se oponen a lo que está escrito en la Biblia, no podrían ser consideradas como válidas y legítimas? La respuesta contundente de Owen a este argumento fue: «no son necesarias». Con esta respuesta, Owen sugiere que si estas revelaciones privadas simplemente replican o reflejan lo que ya está contenido en la Escritura, entonces no aportan nada nuevo o necesario para la comprensión de la palabra de Dios. En lugar de eso, ¡podrían correr el riesgo de causar confusión o malentendidos si se interpretan incorrectamente!
E) Matthew Henry
Matthew Henry (1662-1714) fue un gran comentarista bíblico no conformista inglés, cuyo comentario exhaustivo de la Biblia sigue siendo una referencia importante en estudios teológicos hasta el día de hoy. En su comentario argumenta como otros que ciertos dones sirvieron a propósitos específicos en momentos particulares de la historia de la Iglesia, y una vez cumplidos esos propósitos, los dones en cuestión han cesado. De acuerdo con esta perspectiva, los dones de profecía y de lenguas tenían como objetivo promover la inclusión de todas las naciones en la Iglesia una vez eliminadas las barreras judías . Sin embargo, una vez alcanzado este objetivo, estos dones ya no serían necesarios. El énfasis se desplaza entonces hacia la Palabra escrita de Dios en las Escrituras como la guía más segura para la fe y la vida. Así lo expresa Matthew Henry en su cita: « El don de lenguas fue un nuevo producto del espíritu de profecía y era otorgado por una razón particular, para que, la empalizada judía habiendo sido removida, todas las naciones pudieran ser incluidas en la iglesia. Estos y otros dones de profecía, siendo una señal, hace mucho cesaron y han sido puestos a un lado, y no tenemos motivo alguno para esperar que resurjan; sino al contrario se nos manda llamar a las Escrituras la palabra profética más segura, más segura que voces del cielo; y a ellas es que se nos exhorta a estar atentos, escudriñarlas y retenerlas, 2 Pedro 1:19.”
F) Charles Spurgeon
Charles Haddon Spurgeon, conocido como el "Príncipe de los Predicadores", fue un influyente pastor y teólogo bautista del siglo XIX. Nacido en 1834 y fallecido en 1892, Spurgeon es recordado por su poderosa predicación y por sus innumerables sermones y escritos, que han tenido un impacto duradero en la teología cristiana. En su enfoque de la teología, Spurgeon enfatizó la primacía y suficiencia de la Biblia como la palabra de Dios. Para él, todo lo que el Espíritu Santo tiene que revelar a los creyentes está contenido en la Biblia. Esta creencia se extendía a los dones espirituales, y sugiere que Spurgeon no esperaba ni promovía nuevas revelaciones o profecías fuera del marco de la Biblia, incluso las lenguas extrañas. Este punto de vista queda muy claro en la siguiente cita de una de sus predicaciones: «Si sientes que te pica la lengua para decir tonterías, házselo saber al diablo, no al Espíritu de Dios. Todo lo que el Espíritu ha de revelar a cualquiera de nosotros está ya en la palabra de Dios; él no añade nada a la Biblia, y nunca lo hará". Este extracto sugiere su postura de que cualquier 'revelación' que no esté en consonancia con la Biblia no puede ser atribuida al Espíritu de Dios.»
CONCLUSIÓN
El cesacionismo siempre ha sostenido que los dones espirituales extraordinarios manifestados en la iglesia primitiva han cesado, argumento que se fundamenta en la suficiencia de las Escrituras como regla de fe. Entiende que una vez que el canon bíblico fue sellado, ya no era necesario continuar con los dones extraordinarios, como las profecías y las lenguas. Además, luego de la muerte de los apóstoles, la evidencia histórica es que estos dones extraordinarios no persistieron ni se volvieron a manifestar como en la iglesia primitiva. Es sabido que el movimiento carismático ha querido revivir un «nuevo pentecostés» declarando la vigencia de estos dones, pero no tienen el mismo paralelo bíblico. No hay lugar por tal motivo para un «continuismo reformado» sin que este colisione con el principio de la sola scriptura y las opiniones de las confesiones de fe y los grandes teólogos calvinistas.
Actualmente, se puede permitir que el "continuismo reformado" sea tolerado como una idea emergente que se está desarrollando con la aprobación comprensiva de otros hermanos confesionales y reformados, quienes valoran la cautela, la compasión y la unidad. No obstante, es indudable que a medida que avance el tiempo, este enfoque se convertirá en un inconveniente dentro de las filas reformadas, a menos que mantengamos vivo el enfoque histórico del cesacionismo clásico.
BIBLIOGRAFÍA
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